jesús tampoco murió por mis pecados
él padeció su pasión y yo las mías
pero resucito al pan vuestro de cada día
que es el mío también
y en cada día
hundo esta boca saciada de la memoria ciega del hambre y de la sed
no expondré mis estigmas
si alguna vez los tuve, no los atesoré
y está mi carne,
sin palabras,
recién nacida,
para que aún le den muerte pequeña
repetida
hablo desde el origen de los huesos
y esto que acaso leas
son sólo mis reliquias contrahechas