m a r i d a j e


la 

vara 

de 

nardos

erecta 

en

el

cuarto

fuiste a encontrarme


entre el hambre voraz de los chacales
y la muda renuncia del pájaro caído.

el santo y seña: ese himno
que no por conocido
aprendemos

y los demonios, 
a un lado,
cargados
de todas sus falsas promesas.

míralos ahora cómo arrastran los pies
intoxicando las horas

ellos también nos abandonan.