¿Dónde estáis?


En qué protegido resquicio
de iluminación artificial.

Dónde estáis
(sí, pluralizo)
cuando todo se pone
(singularmente)
oscuro
y no sólo el sol
toca fondo
(solsticio),

mientras la soledad
alcanza un punto
tan álgido como gélido,
agujero negro
abandonado
a su penosa gravitación
en el espacio

(interior)
                              .

¿Qué prevalece?


escamas de tu retórica,
tu piel: una fantasmagoría

simulacros de fulgor,
corriente alterna
(triangular)

 tt ee mm bb ll oo rr

a
   s  t
i   l
  l  
 a
   s

N O V I E M B R E


Renqueando,
amasijo doliente

Y o t e d e j o a t r á s

Y a la tienda de humo electrónico
a la de zapatos de plástico
a locutorios y money transfers
santerías al por mayor
fruterías que se llaman Punjab
o Perla del Caribe
a maleantes en corrillo
y prostitutas dispersas esperando
que acabe de caer la tarde
que perfuma la pipa de un desahuciado
en la calle Blai,
entrado en carnes, años, abrigos, carestía.

Descomunal.

Y descomunal la voz
en un teatro remozado de la
Avenida trasnochada de los saldos,
cadencia de intemperie cicatrizante
y poso turbio de licor ponderado en un vaso
que manosea una manaza curtida, fronteriza

Oh mescalito

Y se levanta
la polvareda americana de su música
ni la montura de pasta ni el traje
ni el micrófono en su mástil
consiguen domesticarle el porte de viejo oso pardo.

Volviendo a ti,
volviendo a cómo me estoy yendo

Quisiste matarme de hambre
como a una yegua escuálida
encadenada en algún solar de extrarradio.

Pero renqueando,
amasijo doliente,

r e n u e n t e,

el cálculo rocoso enquistado en alguna glándula vital,
quién sabe si fuera de peligro,

te dejo atrás, Noviembre.

Y no me vengas con que el mérito es del calendario.
Yo nada sé de los indultos que concede el tiempo.
Ya para nacer no esperé a primavera
y en lugar de embestir como carnero
boqueo como pez tironeado en urna de frías corrientes.

Dime la verdad:
el aliento que he sentido alguna de estas noches,
cuando sólo la luna eclipsada se ponía de mi parte
mientras tu sombra se cernía severa
como crespón
en mi cuarto

¿Era el de la Muerte?